El siglo veinte, brutal, ebrio de
sangre, con furor mundial. Revoluciones totales, confrontaciones finales,
aniquilamiento la única salida. Solo la muerte al final.
La España ensangrentada
del Siglo Veinte trajo a México varias oleadas de inmigrantes.
La primera, cerró los
años del Siglo19 y con Don Porfirio abrió las puertas a los comerciantes,
abarroteros y panaderos que llegaron a México queriendo hacer La América.
La Segunda gran oleada
fue la de los exiliados de la Guerra Civil Española.
Dejaron aquí su vida miles de
niños que terminaron huérfanos, cineastas, artistas, poetas.
La calle de López en el primer
cuadro de la Ciudad de México era
una pequeña sucursal de la calle de la Cava Baja de Madrid.
Al inicio de López y Juárez hay
una pequeña placa que la señala como la calle del exilio en México.
Ahí, escondida en el recuerdo
entre ambos mundos, está perdida en el tiempo una pequeña cocina económica, “Restaurante Mi Fonda” producto y fusión de esas
dos inmigraciones.
Epílogo
Y
en un segundo el mundo ardió en el fuego.
Y
todo se hizo ceniza entre las llamas.
“Mi
Fonda, Conflagración mundial”.